En 1302, dos personas entraron a la casa de Dante, la vaciaron. En sus manos estaban las joyas, la vestimenta, los perfumes y los primeros siete cantos de La Divina Comedia.
Sorprendido Alighieri, dio por perdido el proyecto, compró nueva ropa, nuevas joyas y nuevos perfumes.
Cuatro años después, en 1306, en un mercado local, Dante sonreía, reconocía su letra y leía el final del séptimo canto, compró su obra, la llevo a casa y la convirtió en el texto que calificaría Borges 670 años después como "el pasado, el presente y el futuro de la literatura"...
benditos sean esos dos desconocidos que robaron el latín cuatro años y dibujaron una sonrisa en la cara de Dante, que con la misma sorpresa de apropiarse lo suyo, escribió en círculos la eternidad de la historia...
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1 comentario:
padre visión monterrosiana (sic). Lee los cuentos breves de A. Neumann.
La postura del robo está de diez.
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